CRISTINA ISABEL G. ABOGADO COMPEAN
Ideología y aparatos ideológicos del estado de Louis Althusser comienza, de inmediato, haciendo evidente el propósito del texto: hacer un análisis de los medios de reproducción de la producción debido a que, como Althusser mismo acepta haber aprendido de Marx, toda sociedad debe, para poder continuar funcionando como sociedad, reproducir las condiciones y medios que posibilitan la producción de su normalidad. Es decir, la reproducción de las condiciones de producción es condición de posibilidad para que exista la producción misma. La primera distinción que establece el autor francés es la distinción entre la producción simple y la producción ampliada; aunque el autor no abunda demasiado sobre esta distinción, si nos deja indicado que la primera refiere sólo a reproducir bajo la misma forma o mecanismo el modo de producción que, evidentemente, ya existe. La segunda refiere más bien a la generación de distintos mecanismos de reproducción del modo de producción de modo que esta última pueda ser llevada a través del mecanismo emergente al organismo social que haya emergido junto con el mecanismo mencionado.
La distinción mencionada arriba entre las formas de producción, a saber la distinción entre la reproducción de las condiciones de producción simple y ampliada, nos lleva, si seguimos formalmente el hilo argumentativo del autor, a pensar una primera crítica, también establecida por el autor, frente al marxismo clásico. Si bien el texto no comienza directamente con la presentación de las condiciones o medios de producción y su modo de reproducción en las sociedades no sólo capitalistas es importante tener claro lo que Althusser está pensando cuando se refiere a los medios o condiciones de producción y sus métodos o condiciones reproductivas; un medio de producción, en el Marxismo clásico, es todo aquel mecanismo que suscribe a la unidad de producción (en general) y que permite continuar con las cadenas y concatenaciones económicas que implica la producción material de una sociedad, es decir, de generar y asegurar la reproducción de las condiciones materiales de la producción. Suscrita en su mayoría a la tradición marxista, la argumentación Althusseriana formulada en este texto nos ofrece una alternativa un tanto distinta: los medios de producción no se reducen a las condiciones económicas que aparecen en una sociedad, es decir tiene una visión ampliada de la explicación de la reproducción de las condiciones de producción. No debemos dejar de lado que una de las características que comparten las visiones mencionadas arriba es que en todo modo de producción y reproducción de las condiciones de producción está, no sólo determinado, sino sometido al modo de producción dominante.
Dejaré de lado, como el mismo Althusser hace, la distinción entre la producción simple y ampliada y entraré, de nuevo: como el filósofo francés hace, a las determinaciones de la reproducción de las condiciones de producción. La sociedad, que toma forma a partir de los medios y las relaciones de producción dominante, debe reproducir, en principio dos formas para perpetuar o al menos asegurar de algún modo su funcionamiento: las fuerzas productivas y las relaciones de producción existentes.
Ahora, en lo que respecta a la reproducción de las condiciones materiales, según el autor de Para leer el Capital ésta no se reduce únicamente a la particularidad de la empresa, sino que se extiende hasta los organismos sociales (como se verá más adelante); esta relación entre la singularidad o particularidad de la empresa frente a la universalidad o totalidad de relaciones que implica una sociedad hace explicito el mecanismo que Althusser quiere hacer inteligible para el lector (y que se va a hacer evidente a través de la teorización de la ideología), este mecanismo es un mecanismo amplio que si bien incluye la singularidad de las distintas condiciones materiales que se necesitan para la producción, incluye también la unidad de las relaciones constitutivas del sujeto.
El mecanismo mencionado antes puede ser entendido entonces en dos niveles; el primero, un nivel simple y singular en el que las relaciones se establecen sólo entre quien posee el medio de producción y quien produce, y un segundo nivel que, como ya se ha dicho de alguna manera antes, por tener una dimensión más amplia que el primero mantiene la unidad y reproducción de ambos niveles, sobre esto último regresaremos después. Se ha descrito ya el mecanismo de reproducción de las condiciones de producción en los sugeridos dos niveles pero, como bien nos indicia Althusser, no basta con éste mecanismo para reproducir el sistema entero de producción razón por la cual el filósofo francés dedica una sección a la reproducción de la fuerza de trabajo.
La reproducción de la fuerza de trabajo está constituida entonces por dos secciones; la primera que se constituye alrededor de la idea de salario que expresa el valor de la fuerza de trabajo del obrero y que opera dentro del nivel simple o singular de la empresa. La segunda sección responde a un componente más amplio que se desarrolla en lo que designamos arriba como aquel que, de nuevo, por su amplitud, mantiene la cohesión de la reproducción de las condiciones de reproducción. Esta segunda sección está centrada, casi toda, en la educación, y se encarga de constituir de dos modos al sujeto:
1.- Le vuelve competente en sentido técnico para que sea altamente capaz de desenvolverse dentro del rol de trabajo que le corresponde
2.- “[…] además y a la vez que estas técnicas y conocimientos, en la Escuela se aprenden las <<reglas>> del buen uso, es decir, de la actitud que se debe observar, según el puesto que esté <<destinado>> a ocupar en ella, todo agente de la división del trabajo: reglas de la moral, de la conciencia cívica y profesional , lo cual quiere decir claramente, reglas del respeto de la división social-técnica del trabajo y en definitiva reglas del orden establecido por la dominación de clase. En ella también se aprende a <<hablar francés bien>>, a <<redactar>> bien, es decir, de hecho (para los futuros capitalistas y sus servidores), a <<mandar bien>>, es decir (solución ideal), a <<hablar bien>> a los obreros, etcétera.”
Como se ha dicho, la primera sección de la reproducción de las condiciones materiales de producción del sujeto en el plano amplio refiere únicamente a la generación y mantenimiento de las condiciones técnicas de operación del obrero, a la cualificación de la fuerza de trabajo. La segunda sección, como se puede ver claramente en la cita anterior, refiere a lo que Althusser llama una reproducción de la sumisión a la ideología dominante. Es a partir de aquí que Althusser comienza a usar, en este texto, el concepto de Ideología. La tarea de la ideología, junto con lo que Althusser, llama Aparatos ideológicos de Estado, es fungir como el mecanismo que sujeta a los individuos para convertirles en sujetos funcionales en sentido técnico y espiritual.
Es importante hace notar que ninguno de estos dos niveles de sujeción tiene propiamente una dependencia, sino que, ambas conviven, se constituyen y alimentan mutuamente; si bien cada una tiene una cierta autonomía que le permite activar mecanismos distintos a los que pueden emerger en la enseñanza técnica-escolar esto no significa que funcionen con una libertad que le corresponda enteramente a cada aparato. Los niveles particulares de la sujeción propiamente ideológica y la sujeción a nivel técnico se encuentran unidos bajo una unidad llamada ideología.
Antes de entrar de lleno al tema de la ideología como teorización pura, haremos, siguiendo a Althusser, el detenimiento en las precisiones sugeridas y desarrolladas por el autor, mismas que se desarrollan a partir de la pregunta ¿Qué es una sociedad? .Ya se ha dicho que el desarrollo teórico del texto aunque es planteado, en general, en términos marxistas, tiene una pretensión de universalidad misma que se hace evidente desde el inicio del texto cuando Louis A. escribe: “[…] toda formación social es el resultado de un modo de producción dominante […]”. Teniendo en cuenta esta advertencia que, aunque no es explícita en el autor, haré una breve reconstrucción de la argumentación marxista clásica, siguiendo al autor en cuestión, para pensar aquello que es la sociedad y, después, desarrollaré la crítica que el filósofo francés establece frente a la primera.
La teoría clásica marxista ha presentado la constitución de la sociedad como un todo articulado en función de dos conceptos centrales: infraestructura y superestructura. La infraestructura es, en Marx, la relación de la totalidad de las fuerzas productivas y los medios de producción, es decir, es toda relación económica presente en la sociedad. El segundo nivel, el de la superestructura, está constituido por la relación entre el marco jurídico-político y la ideología; la metáfora que usa la tradición marxista y el mismo Louis Althusser para explicar la relación entre la infraestructura y la superestructura es una metáfora topográfica:
“Cualquiera puede fácilmente convencerse de que esta representación de la estructura de toda sociedad como un edificio que comporta una base (infraestructura) sobre la cual se elevan los dos <<pisos>> de la superestructura es una metáfora, muy precisamente una metáfora espacial; la de una topografía. Como toda metáfora, esta metáfora sugiere, hacer ver algo. ¿Qué? Pues justamente esto: que los pisos superiores no podrían <<mantenerse>> (en el aire) solos si no se sostuvieran precisamente sobre su base.
La metáfora del edificio tienes, pues, por objeto representar ante todo la <<determinación en última instancia>> por la base económica. Esta metáfora espacial tiene, pues, por efecto asignar a la base un índice de eficacia conocido por los célebres términos: determinación en última instancia de lo que sucede en los <<pisos>> (de la superestructura) por lo que sucede en la base económica.”
Estos dos niveles de la estructura propuesta a través de la metáfora topográfica no son enteramente independientes en la tradición marxista clásica, según el autor en cuestión, ambas tienen una cierta autonomía pero existe una acción de influjo de la infraestructura sobre la superestructura y viceversa aunque, en última instancia, es la infraestructura la que determina en mayor medida a la superestructura; es decir, es la base económica la que determina en última instancia el mecanismo de acción de la superestructura. Para Althusser esta metáfora topográfica marxista, junto con el mecanismo que le hace funcionar, tienen un error o inconveniente: la metáfora topográfica es, justamente, una metáfora y por tanto no deja de ser descriptiva.
Esta crítica a la metáfora topográfica del marxismo clásico no es planteada por el autor como una suplantación y eliminación de la vieja metáfora marxista sino que, de algún modo, la incluye y la transforma y es la metáfora misma la que en el devenir histórico obliga a la misma tradición a superarle. Para el filósofo francés la superestructura está caracterizada esencialmente por la reproducción de las condiciones no enteramente materiales de la producción; para dar cuenta de este carácter esencial de la producción dentro de la superestructura Louis Althusser planteará un análisis del Estado y la Ideología pensados, como se ha dicho, a través de la producción y la reproducción, esto último para dar cuenta de la crítica al marxismo a través de las distintas instancias que viven dentro de las todos estructuras de la sociedad.
El Estado
En la tradición marxista el Estado ha sido concebido siempre como un Estado represor a través del cual la clase dominante somete a la clase obrera. En este sentido la tradición marxista ha pensado al estado siempre como un aparato de Estado constituido a partir de una serie de instituciones que se fundamentan en la coacción. Esta teoría del estado suscribe a la idea de la metáfora topográfica descrita por Althusser y presentada arriba y está caracterizada, además, por la lucha de clases que tiene como objetivo ejercer el poder del Estado en función de sus objetivos de clase.
Dentro de la teoría marxista, respecto a la teoría del Estado, la lucha de clases es específicamente el proletariado el que tiene la tarea de destruir el aparato de Estado Burgués para reemplazarlo por aquel que conviene al proletariado y ejercer así el poder dentro de los aparatos mismos del Estado y después la destrucción de estos últimos para lograr la generación de un Estado nuevo.
El Estado como aparato represivo cumple su función en la medida en que ejerce el poder y le conserva, al mismo tiempo, como ejercicio del poder de la clase dominante; de este modo se puede ver claramente la distinción entre el poder del Estado represor, los objetivos de la clase dominante y el aparato del estado represor. Estos tres responden a intereses que se forman debido a un mecanismo que le corresponde a su individualidad de modo que no están necesariamente unidas y, según Althusser, podemos comprobar cómo, históricamente, el aparato del Estado puede continuar intacto pese a la detentación del poder del Estado. En este sentido, parece pues que tener el poder de Estado no significa tener el mecanismo entero del aparato del Estado; el poder puede ser ejercido de distintos modos o formas.
Antonio Negri escribe respecto a Althusser y su crítica del Estado Marxista en la introducción a Maquiavelo y nosotros:
“Para discutir esta cuestión examinemos algunos puntos esenciales del discurso de Marx. Analicemos, en concreto, la teoría del plusvalor y de la explotación y, en segundo lugar, la teoría del Estado y de la relación dialéctica entre lucha económica y lucha política. En el primer caso –nos dice Althusser-, Marx ha construido una teoría esencialmente <<cuantitativa>> del plusvalor de la que se deducen consecuencias políticas totalmente inapropiadas para acometer la comprensión y la crítica de la explotación, de la función de la ideología, y de la complejidad de los procesos de sumisión de la sociedad al capitalismo. En el segundo caso, las teorías de Marx y con mayor razón la de Lenin son claramente insuficientes, aunque no ciertamente en el sentido en que los eurocomunistas y otros autores como Bobbio se refirieron a ellas en su momento, aludiendo a su imposibilidad de pasar de los elementos de crítica del Estado Burgués a la construcción del Estado de la socialdemocracia. En opinión de Althusser, por el contrario, la crisis de la enseñanza de Marx y Lenin sobre el Estado estriba en el hecho de que la crítica radical del Estado burgués no se ve acompañada ni por una perspectiva de reconstrucción del poder en la práctica de las masas, ni por una crítica preventiva de las desviaciones de la dictadura del proletariado, ni, en fin, por una hipótesis creativa sobre las prácticas constituyentes de masas que se desarrollan entre la destrucción del Estado y la construcción de un nuevo orden social. Sobre estos puntos, en los clásicos del marxismo, queda abierta la crítica.”
Esta teorización del Estado por parte de la teoría clásica marxista es, según Althusser (y como de algún modo ya se alcanza a ver en la cita anterior) una presentación descriptiva de la naturaleza del Estado. La etapa descriptiva aparece en la teoría althusseriana justo como eso, como un estadio de la formación de la teoría en sentido crítico; esta etapa aunque es únicamente transitoria es necesaria para la constitución de la teoría y representa el riesgo de estancar o bloquear el resto del proceso de la constitución de la teoría y es justo por eso que no debemos detenernos en esta primera etapa; le llamo primera etapa ya que el mismo Althusser afirma que ésta es la etapa inicial de la construcción teórica misma que se superará dadas las contradicciones internas de esa parcial construcción teórica:
“[…] la <<teoría descriptiva>> es, sin ninguna duda posible, el comienzo irreversible de la teoría; pero […] la forma descriptiva en la que la teoría se presenta exige, por efecto mismo de esta <<contradicción>>, un desarrollo de la teoría que supere la forma de la <<descripción>>.”
La teoría descriptiva del Estado es verdadera sólo en la medida en que se corresponde (y aquí la palabra clave es esa, correspondencia) con el objeto que define; es justo así que la teoría marxista del Estado aparece como verdadera respecto a un cierto marco histórico que da cuenta de las relaciones que el marxismo describe. Si bien esto último puede ser cierto, la definición esencial de Estado no es, como se ha dicho, descriptiva ya que esta última construye al Estado como una serie de determinaciones o hechos que se encuentran unidos solo por un también y que no forman una unidad necesaria que dé cuenta de manera esencial del Estado mismo.
Pese a la crítica que Louis Althusser hace a la teoría clásica del Estado Marxista, el filósofo francés recupera de la tradición la distinción mencionada arriba entre el poder del Estado y el aparato de Estado pero agrega otra realidad que no debe ser confundida con las dos primeras, la de los aparatos ideológicos del Estado. “[Los aparatos ideológicos del estado] No se confunden con el aparato (represivo) de Estado. Recordemos que en la teoría marxista el Aparato de Estado (AE) comprende el Gobierno, la Administración, el Ejército, la Policía, los Tribunales, las Cárceles, etc., que constituyen lo que en adelante llamaremos el Aparato Represivo de Estado. Represivo indica que el Aparato de Estado en cuestión <<funciona con la violencia>>… al menos en el límite […]. Con Aparatos Ideológicos del Estado designamos un cierto número de realidades que se presentan al observador inmediato bajo la forma de instituciones distintas y especializadas. […]”
Los primera distinción que establece el autor de la revolución teórica de Marx es que el Aparato represivo del Estado se caracteriza por ser único o tener una unidad inmediata mientras que los aparatos ideológicos del Estado son múltiples y la unidad de estos no puede ser vista de manera inmediata, sobre esto regresaré más adelante como hace Althusser en el desarrollo mismo del texto para pasar a la distinción esencial entre los aparatos represivos del Estado y los aparatos ideológicos del Estado; la distinción fundamental entre estos dos últimos consiste en que el Aparato Represivo del Estado pone en marcha sus mecanismo a través de la violencia mientras que los Aparatos ideológicos del Estado activan sus mecanismos a través de la ideología. Aunque la distinción esencial depende de esto último eso no separa categóricamente a la ideología de los Aparatos represivos del estado ni a los Aparatos ideológicos del Estado del uso eventual de la coacción.
Althusser sugiere que ambos aparatos activan sus mecanismos por una doble función, es decir, ni el mecanismo de la ideología ni el de la violencia pertenecen de manera exclusiva a cada aparato sino que ambos echan mano de las dos funciones para activar sus mecanismos de acción. Si bien es cierto que el aparato represivo del estado funciona en mayor medida a través de la coacción eso no le exime absolutamente del uso de la ideología para establecer su represión, mientras que los aparatos ideológicos del estado funcionan en mayor medida a través de la ideología esto tampoco les exime del uso de la violencia.
Por tanto, el Aparato del Estado comprende a los dos mecanismos de represión, el primero planteado por la tradición marxista como el aparato represor de Estado y el segundo, formulado en éste texto por Louis Althusser, como los Aparatos ideológicos de Estado; de este modo se entiende entonces la doble función planteada en el párrafo anterior en la que ambos aparatos despliegan su mecanismo a través de la combinación, ya sea en mayor o menor medida, de la coacción y de la ideología.
Ahora, regresando a la primera distinción planteada entre los AE y los AIE, la cual indica que la primera tiene una unidad constituida y que puede ser vista de inmediato y la segunda, a saber los AIE, no tienen una unidad que pueda ser vista desde la cotidianidad:
“[…]. Si los AIE <<funcionan>> de modo masivamente prevalente con la ideología, lo que unifica su diversidad es este funcionamiento mismo, en la medida en que la ideología con la cual funcionan está siempre de hecho unificada, a pesar de su diversidad y sus contradicciones, bajo la ideología dominante, que es la de <<la clase dominante>>. Si queremos considerar que en principio la <<clase dominante>> detenta el poder de Estado […] y dispone, por tanto, del Aparato (represivo) de Estado, podremos admitir que la misma clase dominante es activa en los Aparatos ideológicos de Estado en la medida en que es, en definitiva, a través de sus contradicciones mismas, la ideología dominante la que se materializa en los Aparatos Ideológicos de Estado.”
Dada la cita anterior es evidente que la unidad de los distintos Aparatos ideológicos del Estado está dada a partir de la ideología que se construye en la clase dominante, misma que detenta el poder, y es entonces, a través de ésta que se despliega la reproducción de las relaciones de producción en el Estado. Althusser nos ha hablado ya de la metáfora topográfica que se compone por la infraestructura, que responde casi por entero a lo económico, y la infraestructura que se compone, pasando ya por la crítica althusseriana, de los mecanismos jurídicos, políticos e ideológicos; es, en última instancia, ésta última estructura la que asegurará la reproducción de las relaciones de producción según la lectura del mismo Althusser.
Aún dado esto último el filósofo francés no deja de lado la infraestructura ni el Aparato represivo de Estado sino que les da un papel dentro de la reproducción de las relaciones de producción; este papel consiste en asegurar mediante la fuerza física las relaciones de producción y establecer, además, las condiciones del ejercicio y desenvolvimiento de la vida política y pública de los múltiples aparatos ideológicos de Estado en función de la clase dominante. Estos aparatos ideológicos del estado que, de algún modo se ven regulados por las determinaciones políticas del AE, son enlistadas por Althusser:
“-El AIE religioso (el sistema de las diferentes Iglesias)
-El AIE escolar (el sistema de diferentes <<escuelas>>, públicas y privadas)
-El AIE familiar
-El AIE jurídico
-El AIE político (el sistema político, sus diferentes partidos)”
La multiplicidad de Aparatos Ideológicos del Estado, que se hace evidente en la lista de arriba, tiene una historia de emergencia que da cuenta de su carácter ideológico; L. Althusser se refiere, en específico, a dos aparatos ideológicos: el de la Iglesia y el escolar. El filósofo francés se refiere a estos dos debido a la importancia que cobra el primero en el periodo precapitalista y el que ocupa, según la lectura del autor, el aparato ideológico de la educación en el periodo capitalista.
Durante la época precapitalista el aparato ideológico de Estado que predominaba era el de la Iglesia, junto a éste, aunque en menor medida, el de la familia; con la emergencia del capitalismo nuevos aparatos ideológicos del estado emergieron también y el AIE de la Iglesia fue sustituido por el AIE escolar a través de la lucha de clase política e ideológica contra el antiguo AIE. La institución de éste nuevo aparato ideológico del Estado (resultado de la dominación burguesa), aunque sustituye al de la Iglesia, en realidad no deja de funcionar en base a los mecanismos propios de una ideología. Es decir: continúa reproduciendo las relaciones de producción (que son en última instancia relaciones de explotación) a partir de la ideología de la clase dominante.
Esto último nos muestra que los aparatos ideológicos del estado, aun cuando son derrotados en la individualidad, no son abolidos de manera absoluta ya que continúan emergiendo como parte del mecanismo de reproducción de las relaciones de producción que designa la clase dominante. Todos estos mecanismos no se ven en la inmediatez como ideología sino que se asumen como normalidad en el desarrollo de la historia por parte del individuo que aún no se ha hecho consciente del mecanismo a través del cual ha emergido exactamente como lo que es.
En este sentido Louis Althusser considera importante detenerse en las determinaciones esenciales de la ideología, es decir, en aquello que hace a la ideología propiamente una ideología; para ello recupera, primero, la idea de ideología que le viene de Marx en La ideología alemana y, segundo, la de imaginación que le viene de Spinoza. Aunque el concepto de ideología que recupera Althusser le viene de Marx, la historia del concepto mismo es mucho más amplia y se remonta a “Canabis, Destutt de Tracy y los amigos de estos, que le asignaban por objeto la teoría (genética) de las ideas.”
La primera determinación que Louis Althusser le atribuye a su concepto de ideología en general es la de la no historicidad, es decir: la ideología no tiene historia. Si bien la teoría de la ideología se constituye en un devenir histórico esto no significa que la teoría misma de la ideología se de en la historia misma; Pascale Gillot es muy claro respecto a éste punto en Althusser y el psicoanálisis:
“[…] la ideología carece de historia, no en el sentido en que toda su realidad estaría fuera de sí misma, en la producción material o en la “vida real”, sino en la medida en que posee, por el contrario, una efectividad propia y una necesidad específica: la ideología es inmutable y omnihistórica porque es una dimensión necesaria e irreductible de toda formación social. […]”
La ideología como teoría de la ideología en general tiene un mecanismo específico que le permite dar cuenta de las ideologías individuales que se desarrollan en la practicidad. Este mecanismo es el mecanismo al que Louis Althusser se refiere cuando afirma que la ideología no tiene historia, no tiene historia porque su estructura tiene una realidad que está fuera del tiempo histórico o cronológico y que en éste sentido, como el mismo Althusser lo sostiene, se asemeja al inconsciente freudiano. La ideología en general es pues, eterna por el hecho de que trasciende a la historia misma y tiene una materialidad distinta respecto a su estructura y mecanismo de funcionamiento.
La segunda determinación de la ideología en general es formulada por el filósofo francés como una primera tesis: La ideología representa la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia. En esta tesis podemos ver con más evidencia la influencia de Spinoza en las determinaciones de la teoría general de la ideología, si bien Althusser usa el concepto de lo imaginario para unir al individuo frente a lo otro externo, eso no significa que la relación sea una mera ilusión o entidad mental que no tenga materialidad o expresión alguna sobre el mundo sino justo lo contrario.
Siguiendo la tesis de Spinoza que afirma que la voluntad del hombre no es una facultad distinta a las ideas sino que se constituye en las ideas mismas, es decir, la acción del hombre se da en función de sus ideas, Althusser piensa la relación de la ideología con el mundo como una relación que si bien no da cuenta de la serie de relaciones que hacen emerger al sujeto y a los objetos de modo real, si da cuenta de una relación que el sujeto construye sólo a partir de él mismo y que piensa que le viene sólo de él.
Esta representación imaginaria del mundo es una representación que, como se ha dicho, se encuentra impuesta por la clase dominante, pero ésta imposición de la relación imaginaria del mundo no puede ser vista por el sujeto que aún no ha cobrado conciencia de las relaciones reales que dan cuenta de su emergencia como sujeto constituido, sino que el sujeto piensa que es él mismo el que, por propia voluntad se dicta sus finalidades y objetivos cuando es justo el mecanismo de la ideología el que le ha logrado imponer sus ideas sobre el sujeto para que actúe de un modo específico.
“[…] no son sus condiciones de existencia reales, su mundo real, lo que <<los hombres>> <<se representan>> en la ideología, sino que en ella se les representa ante todo su relación con estas condiciones de existencia. Es esta relación la que está en el centro de toda representación ideológica, esto es, imaginaria del mundo real. Y es en esta relación donde se encuentra contenida la <<causa>> que debe dar cuenta de la deformación imaginaria de la representación ideológica del mundo real. […] es la naturaleza imaginaria de esta relación la que sostiene toda la deformación imaginaria que se puede observar (si no se vive en la verdad) en toda ideología.”
La tercera determinación de la ideología, que está formulada en una segunda tesis, es que la ideología tiene una existencia material. Esta segunda tesis está altamente ligada a la anterior ya que, como hemos dicho, la relación que establece el sujeto, de manera imaginaria, con sus relaciones existentes no es una relación que se dé sólo al nivel de la mente sino que cobra una cierta materialidad por, como ya se ha dicho, la metafísica althusseriana, construida a partir de la Spinocista, en la que la voluntad no es una facultad distinta a las ideas sino que es las ideas mismas. Althusser deja en evidencia esto último cuando esboza su argumento sobre la constitución del sujeto a través de la ideología:
“En todo este esquema constatamos, por tanto, que la representación ideológica misma de la ideología se ve forzada a reconocer que todo <<sujeto>> dotado de una <<conciencia>>y que crea en las <<ideas>> que su <<conciencia>>, le inspire y acepte libremente debe <<actuar según sus ideas>>, esto es, debe traducir en los actos de su práctica material sus propias ideas de sujeto libre. […]
En todos los casos, la ideología de la ideología reconoce por tanto, a pesar de su deformación imaginaria, que las <<ideas>> de un sujeto humano existen en sus actos o deben existir en sus actos […]” (Althusser,2015: p.299)
A manera de conclusión.
Quedan pues explicadas las determinaciones que dan sustento a lo que Althusser caracteriza como Ideología y que, como hemos visto, tienen respaldo en la tradición marxista y, en específico, en La ideología Alemana de Karl Marx; pero hemos visto también que es un combate frente a ella, es una transformación de la primera pensando desde Spinoza, lo que le permite a Althusser como el establecimiento de las relaciones del sujeto en el mundo no se dan en la mera inmediatez sino que es sólo a través del despliegue del mecanismo que hace emerger, a la vez a los sujetos y a los objetos, exactamente como lo que son es como se puede hacer evidente la verdad de lo real o lo efectivamente verdadero.
Parecería, de algún modo, que el problema al que nos enfrentamos después de caracterizar la ideología es si en algún momento podemos salir de ella; el problema también se plantea, de cierto modo, en Spinoza pero queda resuelto en la medida en la que entendemos que si bien la imaginación, como en éste caso: la ideología, se desenvuelven con naturalidad en el mundo, basta con el entendimiento del mecanismo que hace ideología a la ideología o imaginación a la imaginación para mostrar el camino de la resistencia a la misma.
En este sentido la salida de la ideología estaría en la emergencia conceptual del mecanismo que hace ideología a la ideología, es decir, en la medida en que nos hacemos evidente que la ideología es un mecanismo que sujeta al sujeto, que le interviene y le ata de un modo tal que le hace actuar de una manera específica la libertad del sujeto se recupera. Aunque, en sentido estricto, el sujeto siga actuando en un mundo en el que la ideología impera y dicta un sentido de normalidad, el sujeto ahora sabe que es por ese constructo específico por el cual se genera su proceso de emergencia y no por una facultad volitiva distinta a las ideas que le constituyen. La resistencia y la libertad del sujeto frente a la Ideología y sus aparatos radica en el hecho de la comprensión del mecanismo ideológico y su generación del mundo.
BIBLIOGRAFÍA
Althusser, Louis; Para un materialismo aleatorio; Ed. Arena Libros, Madrid 2002
Althusser, Louis; Maquiavelo y nosotros, Ed. Akal, Madrid 2004
Althusser, Louis; La filosofía como arma de la revolución; Ed. Siglo XXI, México 2011
Althusser, Louis; Para leer El Capital; ed. Siglo XXI, México 2012
Althusser, Louis; Para la reproducción; Ed. Akal, España 2015
Gillot, Pascale; Althusser y el psicoanálisis; Ediciones Nueva Visión, Argentina, 2010
Harnecker, Marta; Los conceptos elementales del materialismo histórico; Ed. Siglo XXI, México 2013
Marx, Karl; Contribución a la crítica de la economía polítca; Ed. Siglo XXI, México 2016
Marx, Karl & Engels, Friedrich; La ideología Alemana; Ed. Akal; España 2014
Spinoza, Baruch; Ética demostrada según el orden geométrico; Ed. Alianza; España 2015